martes, marzo 27, 2012

El libro que será titulado

Capitulo 1


Aún no había llegado abril y ya estaba enfriando los corazones. Era poco el tiempo desde que se fue el verano eterno, y nos dimos cuenta que la eternidad, era para las estatuas y para las leyendas, acerca de caballeros y damiselas en peligro encerradas en torres de ajedrez. Parecía que había pasado una vida entera desde que salimos aquella vez a la calle después de clases el último día de diciembre en la facultad  hasta la mañana en que el cadáver del viejo marino que no hablaba con nadie pareció varado en la orilla, como si se tratase de un bufeo o de la basura que es expulsada, luego que los ríos la arrojan al mar. Un doctor, acompañado de un policía y un personaje oscuro, con lentes de sol y todo de negro, determinaron que el tipo había muero ahogado y pidieron que se removiera el cuerpo a la morgue para su identificación y para los servicios funerarios. El hombre del saco negro y los anteojos revisó los bolsillos del cadáver y encontró un permiso de navegante con una dirección. Refunfuñando la entregó al policía y se retiró abruptamente. El policía sonrió al ller su contenido. La gente le dedicó una última simpatía al cadáver riendo a carcajadas cuando el policía leyó en voz alta que la credencial del sujeto decía PATO DONALD. Nosotros no habíamos parado de mirarlo a lo largo del verano y de imaginar historias terribles acerca de ese hombre, así que estuvimos en el muelle pendientes de las noticias que nunca llegaron a ser más claras que se trataba de un hombre sin familia que se había dedicado a pescador, que no hablaba mucho y que su único contacto era una mujer joven en el mercado que le compraba regularmente lo que el pescaba, que no era mucho. Rara vez se le vio en la calle, nadie lo saludaba ni lograba llamar su atención, su mirada siempre al piso, siempre meditabundo. También se habló que era amigo de un funcionario del puerto, un alto cargo, que le había ofrecido trabajo mil veces y que este rechazó otras tantas veces y que parecía haber sido quien le extendió la credencial con el nombre del personaje de caricaturas sin necesidad de ser revisado. Parecía decidido a perderse en el anonimato, pero efectivamente, el Ingeniero Herbert Allen, uno de los más altos representantes del consorcio portuario, se acercó alertado por la policía a la morgue y luego de identificarse, procedió a confirmar que el cadáver hinchado y medio descompuesto se trataba de su amigo el marino sin nombre...con quien muchas tardes de invierno, compartió la afición por el Poker, pero jamás su identidad. Esta fue conocida luego, gracias al descubrimiento posterior en el cuartucho que le servía de morada de un pasaporte que lo identificaba como Alexander Funes, portugués, nacido en Lisboa, y otro pasaporte que lo identificaba como Luis Ángel Linares, español, nacido en la Coruña. La policía se sentía confundida y ridiculizada pero al seguir escudriñando dan con una partida de nacimiento de la municipalidad provincial de Trujillo que lo identifica con huellas dactilares y todo como Enmanuel Coronado, peruano. Un peruano con más de un pasaporte??’ y de países europeos????...y con diferentes nombres????...nuestra curiosidad se fue por las nubes esos día pero nuestros estudios en la universidad ya empezaban, el verano había terminado, y debíamos volver del balneario a la ciudad y sin embargo, nunca dejamos el sitio ese porque nosotros teníamos sin saberlo una llave y una misión para llevar a cabo. Un día antes de morir, el  viejo marino nos había hablado a nosotros que nos escondíamos de él para observarlo mientras lo imaginábamos como un loco,. Se acercó despacio mientras temblábamos y nos dijo "bola de webones porque me siguen... no se acerquen a mi, estar conmigo es peligroso, pueden morir, como yo, voy a morir"….la mitad de nosotros salimos corriendo pero solo la chica esa larga y con bikini se quedo estupefacta y el marino le dijo algo mas...luego se desmayó y nosotros muy valientes regresamos a socorrerla y a mirar como el viejo marino se alejaba  de nuestros ojos...lo volvimos a ver hinchado y descompuesto una semana después. La chica larga del bikini era Sandra ... Sandra era hija del presidente del club al que asistíamos en los veranos y siempre con ella era facil comer en el comedor principal, o colarnos cuando queríamos al bar del club siendo menores de edad. era nuestra "amiga protectora", una niña mimada con mucho poder pero con poco roce con la realidad, así que a cambio le dábamos dosis de realismo extremo y le contábamos historias acerca del viejo marino y de las cosas horribles que había hecho en altamar, que iban desde haberse comido a sus tripulantes, como la de haber vencido al mismísimo Kracken en las puertas del fin del mundo, y de pasada le presentábamos amigos entre la gente del puerto,y pudo saber más que sus amigas del colegio de rubias al que iba, sobre el puerto y sus costumbre, su comida, sus mujeres, las venturas y desventuras del amor y las historias de gente que viene y que va. Ella tenía una especial fascinación por la historia del viejo marino, sobre todo la parte de su taciturna soledad y que no hablara con nadie excepto con la mujer de mercado que le compraba los pescados para venderlos. La siguió alguna vez hasta su casa y la vio entrar y luego salir cambiada y arreglada  y desaparecer entre la gente del puerto. Decidió repetir esa cacería al día siguiente, y entre los vendedores y la gente, se dio cuenta que no solo ella estaba observando a esta mujer, sino que ella era observada también. Un par de ojos verdes, cansados y profundos la hicieron voltear y estaba allí, el viejo marino que la miraba sin apartarle la mirada, como sabiendo que ella estaba como él, mezclada entre la muchedumbre para observar furtivamente a la mujer del mercado. El viejo marino levantó una ceja en gesto de saludo y Sandra salió corriendo despavorida. Ella, según nosotros, era la que más cerca había estado jamás de comunicarse con él. 
Cuando regresamos a la facultad nos enteramos que Sandra no había querido seguir los cursos regulares y que se iba a saltar hasta medio año, y además, que había decidido pasar el invierno en el balneario. La fuimos a buscar y le preguntamos qué pasaba, que no vaya  ser uno de esos traumas cojudos por el cuento del viejo marino y que esa eran cojudeces que no se pusiera mal y que volviera  y nos dijo en secreto.." hablé con la mujer,.... con la mujer del mercado,... le entregué el mensaje....... Nosotros le preguntamos qué mensaje y ella se levantó y nos trajo una serie de cartas y papeles amarillos que estaban envueltas prolijamente con ligas y embolsadas con mucho cuidado, que habían preservado muy bien unos escritos viejos del deterioro y la humedad a pesar de su edad. No terminábamos de entender, aunque todos secretamente sabíamos de que se trataba...."cuando todos huyeron y yo me quedé allí frente a él, me pidió que hablara con la mujer del mercado, que le dijera que rescatara estos documentos, que no se lo mostrase a nadie, pero que era importante que fuese leído, que ahí estaría todo, que no me podía decir cómo iba a morir, que esto no podía caer en malas manos,".... La miramos a los ojos y nos confirmó lo que sospechábamos "…este señores, es lo que queda el diario del Viejo Marino, a quien a partir de ahora llamaremos Sr Coronado por respeto a quien tuvo a bien ponerle ese apellido”…..,” parece que el verano aún no termina para nosotros hasta que sus aventuras no sean revisadas ".... Así que por turnos, y en un lapso de dos meses y medio dimos lectura de forma ordenada cronológicamente a todos los escritos, personales y de trabajo del Señor Coronado de quien descubrimos entre otras cosas, que de viejo marino jamás tuvo nada más que el bajel que llegó a usar en el zenit de su vida, en cuyo tiempo, y tal como Sandra sospechó desde un principio, tuvo los amores urgentes y ocultos de la mujer del mercado, quien hizo la pantomima de comprarle los pescados cada día, para que luego él le devolviera las ganancias mientras se encontraban ardorosa y torpemente, detrás de los totorales o debajo incluso del puerto junto con otras tantas parejas de marinos y mujerzuelas que intercambiaban caricias por comida o dinero, y otras tantas que lo hacían para no olvidar como se hacía el amor al aire libre. Y, en ese ambiente pestilente y sobrecargado de humor de otra gente, se amaron cuanto pudieron en un silencio cómplice que les dio a ambos un tiempo de mutuo consuelo. Pero ella jamás le dio un hijo, y él jamás aceptó vivir con ella..."él decía que era peligroso para mí, que podía morir, como él iba a morir".... Sandra no había abandonado el balneario porque ahora esa historia era su historia, nuestra historia, y habríamos de seguir hasta ver que había al final del hilo. La mujer del mercado se fue de su casucha y regresó a vivir con su madre y sus hermanas a una ciudad distante, pero antes de irse, guardó luto riguroso, quemó todas las cosas del viejo marino y le entregó los sobres con los escritos a Sandra excepto uno...."estos están fechados desde que me conoció,...estos forman parte de mi vida señorita, con lo demás se puede quedar, pero esto, y solo esto me pertenece a mí"...se despidieron y se abrazaron sin conocerse. “Espero que eso que se está llevando no le traiga ninguna desgracia señorita…. Esos escritos hicieron su vida miserable”
Aquella noche en que el verano terminó, abrimos una botella de vino blanco, nos sentamos alrededor de la fogata improvisada y empezamos a leer la primera carta, escrita en letra corrida de impecable diseño que estaba fechada en 1929, en Pimentel y decía algo que cambiaría nuestras vidas para siempre.....
....continuará